martes, 17 de agosto de 2010

Recuperación postergada

José Francisco Bellod Redondo (economista murciano) - Artículo publicado "enCiezaDigital"

El Banco de España acaba de hacer pública su estimación del crecimiento del PIB para el 2º trimentre del año (la estimación definitiva y detallada la realiza el INE). A pesar del intento de proyectar una imagen positiva, los datos que se ofrecen son francamente desalentadores y aumentan los indicios de que la recuperación de la actividad económica y el empleo tardará aún en llegar.
Según las informaciones del Banco de España, en el 2º trimestre de 2010 el PIB ha crecido un +0´2% en términos intertrimestrales, y un –0´2% en términos interanuales. Aunque para los profanos estos datos resulten contradictorios, en realidad son sencillos de interpretar: hemos generado más riqueza que en el primer trimestre del año (+0´2%) pero aún seguimos generando menos riqueza que hace un año (- 0´2%); la economía española se está recuperando pero aún estamos por debajo de los niveles de creación de riqueza de hace un año. Utilizando un símil médico la economía española es un enfermo que tiene menos fiebre que en enero, pero aún tiene fiebre. Y mucha.

¿Qué tiene de malo este dato?
Como es sabido, el 1 de julio entraba en vigor la subida del IVA. Dicha subida, conocida con suficiente antelación, encarecerá el consumo a partir de dicha fecha. Se esperaba que esta medida provocase un adelanto en la decisión de gasto de los consumidores (comprar hoy más viviendas, más automóviles, más de todo… antes de que todo fuera más caro). Ese impulso del consumo en el 2º trimestre podría haber provocado un despegue de la economía que podría haberse retroalimentado: las empresas contratarían más gente para atender esos pedidos, esos nuevos trabajadores impulsarían el consumo, el PIB crecería… Es como cuando un automóvil tiene problemas de arranque y un puñado de individuos se disponen a empujarlo, concentrando mucho esfuerzo en una pequeña carrera, esperando que una vez arrancado el coche continúe la marcha con el esfuerzo de su propio motor. Si el coche arranca, magnífico; si no arranca, tendremos un vehículo parado y un puñado de individuos exhaustos por el esfuerzo… y esto último es precisamente lo que ha sucedido.
Probablemente las familias han adelantado sus decisiones de gasto para anticiparse (escapar) a la subida del IVA pero, a pesar del ello, el PIB sólo ha crecido un 0´2%. El problema es que las familias tienen poca renta para gastar, poco gasto que anticipar. Las pocas familias con ahorros o con acceso al crédito han gastado mucho, pero para la mayoría esa operación ha sido imposible. Las familias españolas están altamente endeudadas y la renta que van obteniendo es para amortizar préstamos del pasado (sobre todo hipotecarios). Además, según la “Encuesta de Préstamos Bancarios”, elaborada por el Banco Central Europeo, en lo que va de año los bancos españoles, en una muestra más de esa generosidad e interés por el bien público que históricamente les ha caracterizado, han endurecido las condiciones crediticias (avales, plazos, etc…), dificultando el acceso de familias y empresas al crédito. De hecho, el crédito está creciendo a una ridícula tasa del 0´1% frente al 15% - 20% de los años del boom inmobiliario. Sin crédito no habrá recuperación económica, es imposible, porque los bienes duraderos (vivienda, automóviles, electrodomésticos…) se compran a crédito, y porque sin crédito las relaciones comerciales entre empresas se complican: el dinero líquido es el mejor sustituto de la confianza (que últimamente anda muy escasa) y sin liquidez las relaciones comerciales se oxidan como un motor sin aceite.

Haber crecido solamente un 0´2% es un pésimo dato.

En primer lugar porque para crear empleo debemos crecer aproximadamente un 0´75% trimestral. Estamos muy lejos aún de ese registro. Sin creación de empleo la tan cacareada confianza de los mercados (financieros y no financieros) no se restaurará: las sucesivas contrarreformas gubernamentales sólo lograrán mejorías transitorias, efímeras como el aplauso de la claque financiera… que aplaude mientras se le paga. Los recortes sociales, los recortes presupuestarios, los recortes de derechos a los trabajadores no nos devolverán a la normalidad: la claque financiera abandonará al Sr Zapatero a su suerte una vez que éste les haya hecho el trabajo sucio. En segundo lugar porque el consumo adelantado del 2º trimestre supone, correlativamente, menor consumo en lo que queda de año: el derrumbe del mercado automovilístico, de la vivienda y de otros bienes duraderos es inminente salvo que se produzca algún shock positivo (recuperación de la demanda mundial, caída de los precios del petróleo…). Necesitaríamos un gran impulso de la demanda: las empresas tienen grandes stocks de producto acumulado así que la débil demanda de los consumidores puede atenderse sin necesidad de fabricar más, basta tirar de inventario. Volviendo al símil anterior, las familias son esos ciudadanos exhaustos después de empujar a un auto que no ha arrancado: han gastado renta “de más” y, en lo que resta de año, tendrán que ajustarse el cinturón, tendrán que gastar “de menos”.
A todo esto hay que añadir la renuncia del Estado a actuar como agente que combate la crisis. El Sr. Zapatero y sus comanditarios europeos se han empeñado en pisotear el legado de Keynes y se han dedicado a ello con ahínco. Las medidas del Gobierno deprimirán, y mucho, la demanda agregada y con ello el PIB y el empleo.
Toda esta situación es especialmente desalentadora para los parados: los últimos datos publicados muestran señales claras de degradación del mercadote trabajo y de las condiciones de protección social.
De una parte, el porcentaje de desempleados de larga duración (aquellos que llevan más de 2 años en situación de desempleo) ha llegado a cotas históricamente altas: 42 de cada 100 desempleados están en esta situación. Al alargarse el tiempo de desempleo se producen dos efectos perversos: se reduce la probabilidad de encontrar empleo (porque se pierden habilidades, porque se proyecta involuntariamente una imagen de desinterés por el trabajo, porque el propio trabajador pierde motivación…) y porque se consumen las prestaciones contributivas de desempleo y se experimenta una drástica pérdida de ingresos. Hace dos años los desempleados que cobraban prestaciones contributivas eran el doble de los que cobraban prestaciones asistenciales. Hoy estos últimos superan ya a los primeros. Incluso ha empezado a reducirse la cuantía que se paga a los nuevos desempleados contributivos.

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